“El mejor colegio para el mundo”

Toda práctica educativa se fundamenta en una determinada antropología que tiene detrás un modelo de ser humano. Desde FEC queremos transmitir a nuestro alumnado una visión de la vida y un modelo concreto de ser persona que no excluye el respeto al crecimiento y a las peculiaridades de la persona, ni a las opciones vitales que puedan ir tomando en su vida.  

Así, desempeñamos nuestra tarea educativa con el objetivo de que nuestros alumnos y alumnas sean personas equilibradas, agradecidas, competentes, libres, comprometidas y, cómo no, felices; y los guiamos para dejar nacer todo lo bueno, lo bello y lo verdadero que la persona lleva dentro. 

Seguramente nuestros colegios no sean los mejores colegios del mundo, pero estamos convencidos de que sí lo son PARA el mundo. Porque toda la comunidad educativa FEC vive con ilusión la educación, sabiendo que el final del camino es educar personas más plenas y felices, que desarrollan su propio talento para descubrir su lugar en el mundo, y comprometidas con la construcción de un mundo más justo.  

Queremos aportar a la sociedad personas…

Equilibradas

Contemplamos al ser humano desde su integridad, en todas y cada una de sus dimensiones: física, relacional, emocional, intelectual y espiritual. En nuestros colegios el cultivo de la interioridad cobra un protagonismo especial, ya que creemos que la dimensión espiritual es fundamental para dar a luz personas que, por su alegría, son capaces de ser felices y de hacer felices a los demás y, por su fe y su esperanza, son capaces de construir un proyecto de vida personal gracias a su capacidad de esfuerzo y resiliencia, de manera que pueden sobreponerse y encontrar sentido a situaciones dolorosas y adversas, saliendo fortalecidas de cualquier contratiempo.

Competentes

No solo porque poseen una formación académica excelente que les ayudará a desenvolverse con soltura en una sociedad globalizada como la del siglo XXI, sino también porque son creativas y capaces de descubrir y aceptar todos y cada uno de sus diferentes talentos y de trabajar con esfuerzo para potenciarlos y desarrollarlos.  

Libres

Que tengan espíritu crítico y capacidad de autocrítica para que sean moralmente autónomas, es decir, capaces de tomar y asumir las consecuencias de sus decisiones, basándose en su propia conciencia, arraigada en unos valores evangélicos.

Comprometidas

Porque tienen empatía para ponerse en el lugar de los otros y decisión para involucrarse en la defensa de los derechos de todos, especialmente de los últimos. Comprometidas también con el mundo en el que vivimos, de modo particular con la sostenibilidad de nuestro planeta.  

Agradecidas

Personas abiertas a una sociedad plural, tolerantes y dialogantes, que adoptan una actitud proactiva desde la vocación de servicio a los demás y al bien común porque son personas agradecida con Dios, con el don de la vida, con las personas que les rodean y con la sociedad en general.  

Felices

Personas que sean protagonistas de su propio crecimiento y desarrollo, conscientes de que su vocación primera es aprender a vivir plena y felizmente con y para los demás.